jueves, 25 de septiembre de 2014

¿Dónde estudiar la carrera? Cómo elegir tu universidad

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Una de las preguntas míticas a la hora de ir a la universidad (para vosotros y, sobre todo, para vuestros padres) es dónde estudiar. Decir que no hay universidades mejores ni peores sería engañarnos; al igual que los colegios y los institutos, unas tienen mejor fama que otras... Lo que sería un error es dejarnos llevar por lo que nos dicen unos y otros (el amigo de mi amiga, el vecino de mi prima, el hermano del hijo de la frutera le ha dicho a tu madre...) para tomar nuestra decisión.

En primer lugar, lo que tienes que hacer es plantearte qué quieres estudiar (la pregunta del millón, que trataré en una entrada más adelante) y, una vez sepas "al menos" por dónde van los tiros, empieces a buscar dónde ofrecen lo que buscas. La clave, y lo más difícil a la vez, es no dejarse llevar por la fantasía y pensar "quiero irme a Madrid a estudiar", sino analizar dónde se ofrece la carrera que quieres (no todas las facultades de todas las ciudades ofrecen todo) e informarte. De hecho, el dónde te ves viviendo es secundario, aunque no te lo creas. Al final acabas haciéndote al contexto que se tercie :)

Por ejemplo: Yo soy de Salamanca y quise estudiar Traducción e Interpretación (que tiene prueba de acceso, por cierto). Tuve la inmensa suerte de que sabía que la facultad más prestigiosa de España era la de mi ciudad, junto con la de Granada. De hecho, en mi clase había muy pocos de Salamanca, pero todos tenían algo en común: habían ido a estudiar a "la mejor". De hecho, yo misma escribí esta entrada en mi otro blog llamada "¿Por qué estudiar en Salamanca y no en otra ciudad?" :-)

En resumen, debes plantearte estos factores.
  1. Dónde ofrecen la carrera que quieres
  2. Una vez lo sepas, haz una lista de facultades
  3. Analiza los pros y contras de cada una:
    1. Precio: ¿es privada o pública? En caso de que tu carrera esté en ambas... ¿cuál te inspira más confianza después de informarte? (Por ejemplo, en Salamanca hay magisterio en la pública y en la privada).
    2. Distancia y conexiones con tu casa: aunque parezca una tontería, hay que tener en cuenta que tendrás que estudiar... pero también ir a tu casa. Si eres de Canarias y te ofrecen la misma carrera en Barcelona o en Málaga, igual quieras estar "más cerca" de tu casa, por ejemplo.
    3. Gastos que implicará irte a esa ciudad (no es lo mismo Madrid que Vigo): los pisos son más caros, las residencias también, la comida también, hay que sumar el transporte...
    4. Datos interesantes: Oferta de becas (Erasmus, por ejemplo), cantidad de alumnos por clase (no se reciba la misma atención si en clase hay 50 personas que si hay 10...), tipo de asignaturas (¿son más prácticas o teóricas? ¿Qué te viene mejor?), etc.
  4. Toma una decisión... y dos, y tres. Nunca se sabe por qué las cosas pueden acabar cambiando. Ten siempre un plan B y C.

No parece fácil, ¿eh? Pero bueno... Al fin y al cabo... ¿Quién dijo que lo fuera? :-D

martes, 23 de septiembre de 2014

¿Qué carrera tiene más salidas?

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Hay dos etapas en la vida que plantean una cantidad ingente de preguntas: el paso a la universidad y el salto al mundo laboral. El segundo lo he ido retransmitiendo en mi blog Traducir&Co, que abrí hace ya casi tres años, y el primero... lo estoy tratando en este blog.

Dependiendo del curso en el que estés, la principal pregunta que te rondará por la cabeza será distinta, pero muy seguramente, tanto si estás en primero como en segundo, la que más presente está es la famosa ¿Qué carrera elijo? A la que, inevitablemente, se une otra: ¿Cuál tiene más salidas?

Déjame decirte algo: las salidas están sobrevaloradas. No te dejes llevar por las salidas si tienes vocación por algo, aunque sea pequeña. Si piensas meterte a estudiar Medicina, Derecho o Ingeniería porque "dicen" (¡ojo con quién dice qué!) que tendrás trabajo asegurado, ya te puedes ir quitando esa idea de la cabeza.

Hay quien estudia una carrera que, sobre el papel, no parece tener grandes salidas (como se suele decir de Filosofía, Bellas Artes o Historia) y acaba siendo el primero en tener trabajo, y hay quien se mete cinco añazos de Derecho y acaba tan harto (porque no lo ha hecho por vocación) que prefiere trabajar de cualquier cosa menos de eso.

Por eso te voy a dar dos consejos muy básicos:
  • Piensa qué carrera tiene más salidas y dedica el mismo tiempo a investigar a qué te gustaría dedicarte (analiza en qué se te pasa el tiempo volando, qué te gusta hacer en tu tiempo libre...). Si coinciden, ya lo tienes. Si no, déjate llevar más por tu pasión que por tu razón. Al fin y al cabo, las salidas cambian (la profesión de "community manager" no existía hasta hace nada y ahora está muy demandada, por ejemplo), pero tu pasión evoluciona.

  • Si te tienta una carrera, busca su plan de estudios. Con buscar en Google "Plan de estudios" + "(la carrera que sea)" te podrás empezar a hacer una idea de dónde te estarías metiendo si eligieras esa vía. Si te atrae, ¡adelante! Si no, sigue buscando.
Si sigues estos consejos, estarás avanzando hacia el camino correcto: el de tomar una decisión guiado por tu corazón. Puede sonar ñoño, pero te aseguro que en mi caso (y en el de otras personas que conozco) ha sido así: me gustaba el inglés en el colegio, luego en el instituto y después decidí convertirme en traductora... Y hasta hoy, que estoy muy contenta. Si me hubiera dejado llevar por las salidas, quizá habría hecho ADE o algo por el estilo. E incluso es posible que tuviera trabajo también, pero siempre habría tenido clavada la espinita de ¿Y si...?

¡A pensar se ha dicho!

Dejar de estudiar: Por qué no te conviene abandonar los estudios



Antes de la denominada crisis, algunos de mis compañeros de clase (en la E.S.O. y en Bachillerato) pensaban que estudiar era una opción más, pero se equivocaban. De hecho, algunos abandonaron los estudios; dejaron de estudiar para irse a la construcción porque ganaban mucho dinero y no les pedían esa educación que a ellos les estaba costando tanto conseguir. Sin embargo, lo que en principio pintaba como una vida "fácil" de ganar dinero sin esfuerzo intelectual se convirtió, por causas ajenas a nosotros, en una trampa.

Ahora son ellos quienes acuden al Bachillerato nocturno para terminar lo que nunca acabaron por pereza, miedo al fracaso, ganas de tener dinero, etc. Seguro que tú también conoces a alguno que se lo está pensando. ¡Espero que no seas tú! Y, si lo eres, déjame darte algunas razones para no abandonar los estudios. Y ojo, que no soy ni tu madre, ni tu amiga, ni siquiera te conozco. Pero, precisamente por eso, puedo ser más objetiva en lo que te voy a decir:
  • Si dejas los estudios ahora... los tendrás que retomar después. Antes o después te volverás a encontrar con la necesidad de tener un título para optar a algún trabajo que te guste. El mundo es el lugar más competitivo que te puedas imaginar, y esto significa que, por mucho que a ti te guste algo, si a un amigo tuyo también le gusta y tiene más educación que tú, se lo va a llevar él. Eso duele. Y más aún si no es un amigo, sino cualquiera que pase por la calle.

  • Puede que lo que no te gusten sean los profesores. Muy probablemente, diría yo. No conozco a nadie que haya estado contento 100 % (ni 50 % a veces) con sus profesores. Sin embargo, por suerte o por desgracia son ellos los que tienen la misión de enseñarte y, aunque no aprendas ni la mitad de lo que deberías, estarás aprendiendo otras cosas: qué no hacer, cómo no ser, cómo no explicar, cómo no tratar... Eso en el peor de los casos. En el mejor, encontrarás aunque solo sea a uno que merezca la pena y te haga seguir adelante. Solo por eso merece la pena. Te lo digo yo, que le debo a mi profesor de la E.S.O. mi amor por el inglés.

  • El dinero no lo es todo. Salvo casos muy concretos en los que se trata de mantener a tu familia, el dinero puede esperar. Si tus padres te han llevado hasta donde estás, no vayas a tirarlo todo por la borda ahora. Piénsalo, tampoco hay otra opción factible de ganarte la vida a día de hoy. Incluso si te ofrecieran un trabajo, todos sabemos que eso es efímero; hoy está aquí y mañana ya no. Y los cursos duran un año, no hagas el tonto.

  • Cuanto más avances en tus estudios, más posibilidades tendrás de elegir lo que te gusta y especializarte. Si de todas las asignaturas que tienes ahora solo te gusta, por ejemplo, Economía, en solo un par de añitos podrás elegir una carrera que se especialice en eso (¡pero recuerda que, aun así, siempre habrá asignaturas que no te gusten! ¡Incluso en la carrera!).

No sé a ti, pero a mí me parece unas razones bastante sólidas como para pasarlas por alto.
Y tú, ¿cómo lo ves?

¡Comparte tu opinión conmigo!

Estudiar por vocación o por salidas

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Hoy os traigo dos ejemplos inventados de salidas laborales, de las que ya he hablado en la entrada ¿Qué carrera tiene más salidas? Aunque son inventados, creo que retratan bastante bien lo que quiero transmitir. El tema, claro está, es qué diferencia hay entre estudiar por vocación o dejándose llevar por las salidas.

El caso de Juan:

Juan es de buena familia y sus padres le animan a meterse a estudiar una carrera con futuro y donde antes o después conseguirá un trabajo estable y bien pagado. Presionado (en realidad Juan quiere ser actor), decide inscribirse en Ingeniería.

El primer año es fantástico; las asignaturas no son demasiado difíciles, vive la vida universitaria fuera de su casa y, además, tiene la conciencia tranquila porque es lo que sus padres quieren que haga. Sin embargo, el segundo año empieza a ver que "la cosa se complica" y las asignaturas se vuelven cada vez más específicas (¡Eso no se lo esperaba! ¡Solo había pensado en las salidas, no en el "durante"!) y empieza a tener dificultades para seguir el ritmo. A esto se suma que cada vez tiene menos ganas de estudiar y más de salir.

Cuando llega tercero, ya arrastra varias asignaturas de segundo, ha tenido varias broncas con sus padres por no aplicarse en los estudios y ya está totalmente desmotivado. Tanto, que decide dejarlo, y encima harto de todo lo relacionado con la ingeniería. Tres años después de tomar la decisión, se vuelve a ver en las mismas: Y ahora, ¿qué?

El caso de Marta:

Marta goza de bastante libertad en casa y sus padres la consideran lo suficientemente madura como para no intentar influirla en su decisión, aunque de vez en cuando dejan caer que en Filología acabará de profesora, y saben que no es lo que ella quiere. Aun así, Marta toma la decisión de meterse en Filología y, aunque la carrera no es lo que esperaba (esas aulas grandes de las películas con profesores la mar de interesantes con la mochila al hombro que hacen preguntas abiertas antes de que suene el timbre), está contenta.

Pasa los primeros dos años centrada en las asignaturas de la carrera y poco a poco va empezando a informarse de congresos, eventos, debates y otras actividades en las que va cogiendo "carrerilla" y empieza a ver qué es lo que le gusta y qué es lo que no (no "te gusta la Filología" en general, te gusta algo en concreto, y por ahí tiras).

Cuando llega a tercero, ya va bastante bien encauzada en lo que se refiere a ideas. Le van saliendo trabajillos de profesora y se da cuenta de que no es lo que le gusta (y su familia dice aquello de "Te lo dijimos"), pero no pasa nada, porque al estar tan activa se da cuenta de que hay mucho más que enseñanza detrás de la carrera que ha elegido.

Además, ¿por qué iba a ser negativo estudiar algo precisamente para darte cuenta de que NO es lo que te gusta? ¿Y si gracias a estudiar esta carrera ha descubierto su verdadera vocación? En ese caso, la misión de la universidad está cumplida: hacerte aprender y empujarte sobre los ruedines hasta que ya puedas ir tú solo.

¡Ánimo!

¿Por qué creo este blog?


¡Hola!

Me llamo Merche, tengo 24 años y soy traductora (y autora del blog Traducir&Co).

Aunque a día de hoy soy traductora, a veces me pregunto cuál habría sido mi camino académico si no me hubiera sabido defender yo sola y me hubiera dejado llevar por la ausencia de consejos y orientación que uno vive en el instituto. De hecho, solo recuerdo un esfuerzo "oficial" por parte del profesorado para intentar aclarar nuestras muchísimas dudas por aquella época. ¿Qué mejor (debieron pensar) que contratar a un orientador moderno como lo era Manolín?

Manolín era un hombre mayor, con barba, bajito y con gafas que imagino que el instituto contrató para intentar guiar a esas "fieras" de 16 a 18 años que parecíamos ser. Su método para orientarnos consistió en reunirnos en el salón de actos y entregarnos un taco de folios (de los que no alcanza a unir la grapa) con un listado de carreras, desde gestión de maderas hasta ingeniero industrial pasando por periodista o filósofo. Ah, sin olvidar las dos hojas llenas de preguntas muy sutiles como:
  1. ¿Quién soy?
  2. ¿Adónde quiero llegar?
  3. ¿Qué me gusta?
  4. ¿Qué no?
Así, tal cual.

Sin preámbulos, salvo alguna visita a clase en la que cada uno íbamos levantando la mano y diciendo lo que queríamos hacer. La mayoría, probablemente, ha acabado haciendo otra cosa. Pero no gracias a la orientación recibida, sino a los giros que van dando los gustos y la vida en general.

Por eso, porque recuerdo aquella etapa de confusión de mis compañeros y mía, he querido abrir un blog en el que intentaré aclarar algunas de las miles de dudas que corretean por vuestra cabecita.

¿Preparados?

¡Allá vamos! ¡Bienvenidos a DBAU!